Para Julie Hillman (1), la interiorista neoyorkina del momento, tener hijos no significa renunciar al diseño, al arte o a cualquier otra pasión. Para demostrarlo, nos ha invitado a hacer un recorrido por su apartamento en Park Avenue, en el Upper East Side de Manhattan. Un apasionante espacio de 370 m² repleto de piezas de estilo cargadas de glamour y vestido con deliciosas telas de colores pastel.
Diplomada en la la famosa Escuela de Diseño Parsons School, Julie es especialista en proyectos de interiores para particulares. ¿Su inspiración? Arte decorativo francés, muebles de época de los años 40 y 50, y el diseño depurado e icónico. Su apartamento respeta al pie de la letra su filosofía del diseño. El apartamento, ubicado en en el décimo piso de un edificio antiguo, cuenta con nueve habitaciones. En él conviven ella, su marido, y sus hijos Oliver (15) y Paige (13).
Lo cierto es que, al pasear por la casa, uno no tiene la sensación de estar en una casa sin niños. Alfombras blancas, tapices de seda, tejidos exquisitos ni la alfombra blanca, ni los tapices de seda y telas delicadas… «Aquí no hay reglas ni renuncio a nada que me guste», comenta Julie. «En casa no te vas a encontrar ninguna mesa extensible o una tela lavable. Nunca he tenido miedo a que se estropeen las cosas. Sí claro, siempre se puede romper algo en medio de una pelea, pero este tipo de cosas pasan y hay que aceptarlo. Este es nuestro refugio familiar y los niños saben apreciarlo en su justo valor «.
Cuando Julie se mudó a esta casa, emprendió el regreso a sus propias raíces. «El primer piso donde viví hace 17 años era típico del Upper East Side. Estaba repleto de valiosas antigüedades y objetos de lo más pretencioso «, dice la interiorista de 42 años. «Pedía a gritos un cambio de look total que incluyera los aspectos estéticos e intelectuales de mi vida. «Lo que me gusta del arte es que es muy agradable vivir rodeado de él». dice Julie.
Un diseño de Miró y la obra de distintos artistas contemporáneos (2) constituyen su colección. «Mi marido y yo también coleccionamos muebles. ¡Cómo no van a tener mis hijos muebles de diseño en sus habitaciones», comenta. Su hijo Oliver hace los deberes en un escritorio firmado por el diseñador francés Jean Prouvé (4) y duerme en una cama art déco diseñada por Jacques Adnet, mientras su hija, de 13 años, ya tiene el gusto de una princesa neoyorkina con su cama con baldaquino y sus peluches (3).
Julie recorre mercadillos y rastros, a la vez que hojea catálogos siempre en busca de nuevos descubrimientos. «¡Frankfurt es una fuente inagotable de cosas bonitas !». El secreto de su estilo es ubicar objetos insólitos en nuevos contextos (5). Pero aconseja : «Hay que tener cuidado a la hora de elegir los objetos. Si los contrastes son muy marcados, el ojo se centra en un detalle en lugar de tener una visión de conjunto.» La interiorista utiliza el color con moderación y casi nunca lo mezcla en el mismo espacio. «El color nos distrae de la composición final», dice Julie. Antes de tapizar su sofa a medida con una tela de color lavanda (6), se paso días y días pensando si ese color no era too much». Y es que ella había escogido el sofa de este color y los butacones blancos para suavizar el ambiente. Julie Hillmann, que comenzó su carrera en la moda (7), se autodefine como una «control freak «. «Cuando veo un interior, todo debe estar coordinado, desde los muebles del salon hasta el rollo de papel de la cocina» (8). «Reconozco que decorar mi casa me ha costado mucho más que realizar un proyecto de decoración para cualquier cliente. ¿Un ejemplo ? He pintado tres veces las paredes del comedor (9) hasta dar con el color que quería», dice Julie. «Nadie, excepto yo, veía la diferencia entre los tonos. Con un cliente esto nunca pasa. » Vivir en Manhattan es un reto, ya que el espacio es escaso. Y lo cierto es que un piso de nueve habitaciones como el de la decoradora es una excepción a la regla. «No tenemos un jardín», explica, «por eso traté de establecer en la casa distintas áreas muy diferentes unas de otras. Cada pieza tiene su propia identidad y atmósfera. Hay sofás en tres habitaciones, lo que te permite pasar el tiempo en distintas partes de la casa. Julie Hillman no querría vivir o trabajar en otro lugar distinto a Manhattan. «A veces cojo un taxi y le pido al taxista que me deje en algún lugar al azar. Camino por las calles y siempre descubro algo nuevo. Ninguna ciudad ofrece lo que ofrece Nueva York. Es como estar contínuamente de vacaciones»
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